El peronismo en los cuentos de Cortázar

 

El peronismo se erige como un fenómeno histórico del que prácticamente todos los escritores e intelectuales argentinos, tanto en simultáneo como posteriormente, formularon una opinión. Algunos encontraron en este movimiento una serie de ideales que compartían. Otros, como es el caso de Julio Cortázar, expresaron, de forma directa o indirecta, el desagrado que les producía tanto el peronismo como las figuras asociadas a él.

La mirada de Cortázar sobre el peronismo es una mirada elitista: se trata del escritor de clase acomodada que se siente afectado por una serie de cambios, sobre todo culturales, que están ocurriendo en su país y que lo obligan a reordenarse en el espacio, corriéndolo del lugar central que había tenido en otro tiempo dentro de la vida pública. Por un lado, dejaba de ser ese grupo selecto el que, como en la mayoría de los períodos previos, determinaba qué había que hacer tanto en el aspecto político como en otros asociados a él. Por otro lado, y como parte de una tradición que los ligaba con los cargos gubernamentales, ya no era esta clase la que detentaba el poder ni la que estaba en el centro de la escena política.

Este desplazamiento que sintieron tanto Cortázar como otros (Borges, Bioy Casares, Victoria Ocampo) tuvo un correlato en sus obras literarias, tanto por lo que estas manifestaron como por lo que omitieron. En el caso de Cortázar puede analizarse muy claramente en el cuento “Casa tomada”, en el que los protagonistas, dos hermanos de clase media acomodada, son cercados por una presencia amenazante que va tomando la casa hasta que finalmente son expulsados.

Estos seres que representan una amenaza no están definidos, pero sí se nos presentan como seres ajenos, extraños, desconocidos, y con rasgos de lo colectivo o lo multitudinario y la idea de ruidos (frente a la posibilidad de la voz, por ejemplo). Estos seres extraños que aparecen en varios cuentos toman el lugar del absoluto otro, el opuesto. Pero si en “Casa tomada” la mirada sobre ellos es la del espanto, en otros cuentos se verá que este perfectamente puede combinarse con la fascinación.

Si en “Casa tomada” la amenaza no tiene una forma concreta, distinto es el caso en otros de sus cuentos de esos años, entre los que podemos nombrar a “La banda” y “Las puertas del cielo”. En ambos el lugar del otro es ocupado por las clases populares. En “La banda” la mirada de desprecio es profundamente cultural. Aparece en esa caracterización la idea de inferioridad y el contraste con la potestad sobre la cultura en términos más clásicos, que es la que detenta el protagonista. En “Las puertas del cielo” se los caracteriza como monstruos. De este modo se les quitan las características humanas que podrían ser la base compartida, se los priva de la razón. Sin embargo, la fascinación por el ingreso a ese mundo tan distinto está presente.

La lectura respecto del peronismo es de absoluta distancia, pero esta distancia es, sobre todo, cultural. Y la respuesta que se da a ella va a estar en ese mismo ámbito de discusión. Por eso Cortázar recurre a un género que expresa exactamente esta sensación que le genera el peronismo: el fantástico. La estructura es sencilla: una situación inicial, normal y rutinaria, en la que irrumpe un elemento ajeno, extraño, disruptivo, y pone en jaque todo el sistema de reglas de esa normalidad. Al final, el elemento extraño se acepta o no se acepta, pero la sensación de incomodidad en el lector no se resuelve. En esta estructura encontraron, tanto Cortázar como otros autores, la posibilidad de expresar su propia experiencia frente a este fenómeno histórico.

En Cortázar aparece, además, al describir esa situación inicial, un concepto muy claro, sobre todo en los cuentos de Bestiario: la idea de orden. Este orden, que aparece en todos los cuentos, de forma repetida y casi obsesiva, ligando de algún modo relatos diversos, da cuenta un poco más de esta mirada. El orden es lo que se perdió y entonces lo que reina es el caos. Ya sea que lo pensemos desde la familiaridad, desde la rutina o desde la idea de orden, es claro que lo que se manifiesta es una inestabilidad frente a algo que se perdió. Y lo que aparece en su lugar no es un nuevo orden sino su ausencia.

Podríamos pensar que lo que abundó en toda una clase, en cierta intelectualidad, fue una notoria dificultad por ponerle palabras al fenómeno peronista, poder explicarlo. La absoluta ajenidad, sumada en muchos casos al desprecio de clase, les impidió ver lo que había en un fenómeno como aquel que planteó una transformación tan profunda de la Argentina.