Intercambio sobre una organización: una mirada sobre la militancia

El período que se abre en Argentina en el año 2003 trae consigo una serie de cambios que impactan significativamente en la sociedad, tanto a nivel político y económico como cultural y social. La salida de una grave crisis y la reestructuración de todo un sistema productivo vienen acompañadas por una nueva lectura sobre una serie de tópicos, de agentes y de prácticas sociales que va a desarrollarse a lo largo de los siguientes años. Aunque se trata de una transformación con múltiples aspectos que funcionan juntos vale la pena destacar uno de forma aislada para poder aproximarnos a dimensionar el impacto que este tiene en la sociedad. Uno de los grandes cambios que ocurren a partir de 2003 es la centralidad de la dimensión política.

Después del “que se vayan todos” que marcó los años anteriores, con un claro descreimiento respecto de la clase política y de la política como herramienta de cambio en amplios sectores, y las visiones puestas en tensión desde los años setenta respecto del rol de la militancia, comenzó un proceso a partir del cual la política volvió a colocarse en el centro de las discusiones.

En Intercambio sobre una organización, de Violeta Kesselman, la política se coloca en el centro de todo. No solo se cuenta cómo es el funcionamiento de una organización desde adentro, y cómo es en este contexto en particular, sino que previo a eso ya se instala como el aspecto más relevante de la serie de textos que componen este libro.

En ese sentido, los espacios colectivos de organización aparecen como los grandes protagonistas. No se trata de que funcionen como un telón de fondo para que se desarrolle una historia. Esta es la primera gran novedad que ofrece este libro: la militancia y la organización política son el centro de la narración.

Aparece algo que podemos notar a lo largo de la lectura, que es la presencia de un protagonista colectivo, frente a los protagonistas individuales que podemos encontrar en casi la totalidad de la literatura. Así, los personajes particulares solo son engranajes de algo mayor. Sirven para construir los relatos, pero están siempre corridos de lo central que es, una vez más, la dimensión política y la organización colectiva. Esto plantea un gran desafío que reconoce la autora: cómo narrar de la forma más despersonalizada posible, cómo construir un relato que no se centre en la historia particular de ninguno de los sujetos que aparecen sin prescindir tampoco de que estos formen parte del relato.

¿En qué lugar quedan los sujetos individuales? Lo que nos muestran estos textos es que lo colectivo está formado por personas, que pueden dudar, plantear diferencias, sugerir inquietudes. Es desde esta pluralidad que se construye lo colectivo. Esto permite, además, mostrar desde adentro ciertas características de la militancia que no son necesariamente las que circulan por la opinión pública: se ve homogéneo algo variado, se ve bajada de línea en algo que tiene discusión previa, se ve un modo de acceso a privilegios cuando lo que hay detrás es un trabajo concienzudo, una serie de ideales y la empatía por los otros.

Aparece acá la idea de intercambio que ya nos plantea el título: hay unión pero no homogeneidad. Es parte constitutiva del quehacer de la organización el cruce de opiniones, el debate. La voluntad es individual, sin dudas, pero solo se puede llevar adelante en el contacto, en el intercambio, con los otros.

La serie de elecciones que realizan estos textos apunta siempre a este alejamiento de la experiencia individual y única y el acercamiento a lo múltiple y colectivo. No se busca en ningún momento contar un día excepcional con rasgos excepcionales y hechos excepcionales sino la cotidianidad de la vida de una organización militante, lo que pasa todos los días. Esto suma un efecto de naturalidad, de fluidez, de hábito. El trabajo de una organización es constante –nos dice el texto- y se construye en la suma de un montón de días.

Este libro nos plantea que las organizaciones sociales son una clave para entender la política argentina y la historia de los últimos años. Podemos conocer a través de ellas el efecto de las distintas políticas públicas sobre la población. Se detectan desde allí las falencias, las necesidades, lo urgente, la deuda que se tiene y que es consecuencia de lo que desde el Estado se hizo y lo que no se hizo, las decisiones que se tomaron y hacia qué sectores estuvieron dirigidas (y hacia cuáles no). Y en este contexto histórico particular se suma un elemento fundamental: su vínculo con el Estado.

El cambio social solo es posible desde la construcción conjunta. El Estado dispone de los medios, es quien brinda los materiales, pero las organizaciones son las que llegan directamente a las personas, las que saben qué se necesita y las que pueden funcionar como puente, como nexo entre el Estado y la población.

El Estado que aparece de fondo, el que surge en Argentina en esos años pero que también forma parte de una tendencia hacia la que se dirigen varios países de América Latina, es un Estado que permite esta conexión y por eso el cambio social es posible. Hay un reconocimiento de la centralidad de la política en la vida de los ciudadanos y una validación desde ese mismo lugar hacia los militantes y hacia la militancia como práctica no solo válida sino fundamental. Ahí radica lo particular de ese tiempo que se narra.

Previamente, ni las organizaciones ni la militancia encontraban en la literatura el correlato de importancia que adquirieron en la realidad. Tampoco lo encontraban los grandes cambios que estaban ocurriendo. Por eso, uno de los mayores méritos que tiene este libro es la búsqueda de una literatura que contenga estos cambios y un lenguaje que logre expresarlos. Intercambio sobre una organización logra encontrar una literatura que está en línea con el ejercicio de la militancia y con la mirada militante de esos años. No se trata solo de describir los años que se vivieron a partir del 2003 sino de expresar una serie de ideas, una visión sobre la centralidad de la política y sobre la posibilidad de realizar verdaderos cambios en la sociedad.